65° CONCURSO DE REDACCIÓN DE HISTORIAS / El viejo capitán
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Abrazos mis estimados amigos digitales
Gracias al scouter @fjjrg por proponer estos concursos de redacción de historias y estos temas, que nos motivan a jugar con la imaginación a partir de la introducción de un cuento. Ahora tratemos nosotros de sacar nuestra vena escritora en este interesante ejercicio.
También quiero invitar a @sariana23 @yahnel y @joslud para que se unan a esta dinámica. Seguramente redactarán un cuento reflexivo y emotivo.
El viejo capitán
Abraham está terminando un viaje de negocios, se encuentra en Colombia. Luego de diversas dificultades y un par de días de retraso, logra concretar positivamente su objetivo, ahora tiene que retornar a casa, en Caracas, Venezuela. Al llegar al aeropuerto de Bogotá se lleva la sorpresa de que su pasaje tenía fecha de regreso para el 21 de diciembre, pero era 23 y eran las 6 de la tarde. Le informan que todos los vuelos están llenos y que no hay cupos sino hasta el 28 en la mañana. Al escuchar esto, Abraham le dice a la recepcionista de la aerolínea que por favor haga lo posible por incluirlo en cualquier vuelo pero debe estar en casa más tardar a las 6 de la tarde del 24, ya que le lleva el regalo a sus pequeñas hijas. La azafata le dice que aunque quisiera ayudarlo no era posible, todos los vuelos estaban llenos.
Abraham no es hombre de aceptar un no, y menos en esa situación, le dice que no importa el monto, el estaba dispuesto a pagar lo que sea, pero no hubo resultados. Trató de hablar con otros pasajeros y ofrecerles cambiar boleto y a cambio le pagaría muy bien, pero ninguno quiso perder su vuelo. En eso suena el teléfono, era su esposa que le preguntaba dónde estaba, detrás de ella se escuchaban las niñas saludando a su papá...
El viejo capitán
Luego de despedirse de su familia, Abraham se desplomó en la silla del aeropuerto. Estaba derrotado, alicaído. No se le ocurría que otra cosa ofrecer para poder llegar a su destino y abrazar a sus hijas.
Con su maleta a un lado, inclinado hacia adelante, con los codos reposando sobre sus rodillas, y con su frente apoyada en sus dedos entrecruzados en una actitud que mezclaba la resignación y la súplica, Abraham buscaba una salida al laberinto en el que estaba metido.
-Nunca es fácil conseguir boletos en esta época, ¿cierto? -Le dijo con voz grave un hombre que se sentó a su lado.
El viejo capitán
-Sí. Tenía un boleto para el 21, pero por mi trabajo no me di cuenta de la fecha. Ahora tendré que esperar hasta el 28 según me dice la aerolínea.
-Todos los años es lo mismo. Las agencias y aerolíneas sobrevenden los puestos, las fechas y horas no quedan claras y muchos pasajeros se quedan varados sin poder llegar a su casa. -Le dijo el hombre de mediana edad y carácter gentil.
-Esto nunca me había pasado. Es primera vez que no estaré en mi casa para la Nochebuena -se lamentó Abraham.
Luego de unos segundos de silencio entre los dos hombres, el mayor de ellos le dijo a Abraham que había una posibilidad de conseguir un cupo, pero solo si estaba dispuesto a hacerle un pequeño favor.
El angustiado padre desconfió inmediatamente, pero solo por el hecho de abrazar a su familia en Nochebuena, valdría la pena al menos escuchar la propuesta.
-No se preocupe, no se trata de llevar un paquete misterioso o de saltarse alguna norma -lo tranquilizó el caballero- Solo debe comprar una postal aquí en Bogotá, y llevarla usted mismo a una dirección en Caracas.
Ante la incredulidad de Abraham, el amable hombre explicó la solicitud.
-Verá, soy piloto retirado. A nosotros nos permiten un cupo en la cabina, pero como yo tengo algunos compromisos acá, no podré viajar. Si usted se compromete a llevar una postal a mi esposa, yo puedo cederle mi cupo.
Abraham no salía del asombro. Fue hasta la tienda de recuerdos, y compró una postal de la Catedral de Bogotá. El hombre la aprobó, y le dijo que esperara unos minutos a que lo llamaran.
Efectivamente, desde los altavoces llamaron a Abraham Castillo para que utilizara el pase de cortesía de la aerolínea, y éste abordó con lágrimas en los ojos la cabina de la tripulación.
El viejo capitán
Al llegar al aeropuerto de Maiquetía su hermano ya lo estaba esperando para llevarlo a casa, pero Abraham le dijo que primero tenía que entregar una postal en una dirección específica de Los Ruíces.
Al llegar a la casa en cuestión, una dama de mediana edad salió a la puerta y recibió la postal.
-Muchas gracias buen hombre. Gracias por el gesto. Por quinto año consecutivo recibo una postal el día antes de Navidad.
-No se preocupe señora. Para mí es un placer devolver este favor -Explicó Abraham.
-Imagino que sí. Desde que mi esposo falleció hace cinco años en un accidente aéreo, cada año se preocupa de ayudar a una buena familia a reencontrarse en Navidad.
Todas las fotos son de uso libre, tomadas de Pixabay
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