Estuve buscando un lindo tema y encontré este que es maravilloso. Los compasivos alcanzarán la compasión del Señor, según esas bienaventuranzas citadas en Mateo 5.

¿Cuán difícil es para el ser humano del siglo XXI logra compadecerse del prójimo; pues de eso se trata ciertamente. He visto sociedades globalizadas que aman más salir a protestar por consignas absurdas, pero están a favor del aborto y siembran eso en las nuevas generaciones como si estuviese perfectamente por ser lícito.

Creo que la compasión se mide en pequeñas dosis. Este concepto está ligado a la misericordia que no es más que ponernos en el lugar de otro, en los zapatos de otros para experimentar lo que significa caminar o intentar sobrevivir en las condiciones y oportunidades del prójimo en cuestión.

Imaginemos por un instante tener la hipotética oportunidad de cambiar de cuerpo y que nuestra conciencia de un bebé no nacido en el vientre de su madre y que se esté debatiendo si debe ser abortado (asesinado) por no ser deseado, por venir al mundo con alguna condición de salud especial. ¿Cómo se defendería ese bebé? ¿Cómo darle la misma igualdad de opciones que a un adulto que decide por su vida?

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La compasión trastoca los sentidos, hace que se nuble por completo el ego y apelemos a esa nobleza como atributo trascendental proveniente de Dios y podamos bendecir a otros con pequeños actos de bondad y acompañamiento.

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Actualmente hay muchas formas de saber quien realmente necesita la ayuda inmediata que nosotros les podamos dar; ahora bien, no se trata de quien la merezca más, sino de quien esté a nuestro alcance para brindarle esa contención espiritual, social, económica que precisa.

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Tener la mente y el corazón abierto nos permitirá detectar con exactitud con quien debemos mostrar nuestra compasión y actuar; no se trata de tenerles lástima; se trata de mirarlos con los ojos que Jesús los miraría y actuar. La compasión es una acción que resuelve problemas y minimiza las cargas que el prójimo tiene.

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Hoy en Navidad es tiempo de mostrar compasión, es mejor dar que recibir; es preferible también considerar darle la ayuda y la contención primeramente a los hermanos de la fe y también a aquellos que están en nuestro radio de acción: familia, vecinos, compañeros de trabajo y amigos.

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El ministerio empieza en casa; pues si no somos compasivos con los que más conocemos y compartimos a diario, entonces ¿Cómo seremos compasivos con los que no conocemos? la empatía empieza en el hogar.

Con compasión logramos educar a una generación y contagiamos de lo bueno a nuestro ecosistema.

Lo lindo es que hay una promesa explícita para los compasivos: los tales alcanzarán la compasión de Dios _{Mateo 5:7-9}