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Concurso de Arte y Escritura #95

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pousinha
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14 days agoSteemit5 min read

Vísperas en el valle: una gran decisión

Las vísperas en el valle, antes de las principales celebraciones del año, constituían un buen incentivo para que se formaran las nuevas parejas. Las que serían los padres de las nuevas generaciones que dieran continuidad al maravilloso trabajo junto a la naturaleza.

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Todos los jóvenes acostumbraban a bajar el valle, a través de un sendero que los llevaría a la cabaña de fiestas. Allí habría comida especial, jugos naturales hechos con la mejor fruta del valle y danzas campesinas.
Sin embargo, la fiesta de las sucesivas vísperas que estaba por venir no alegraba mucho a Sandra. La muchacha acababa de cumplir veintitrés años y era la única entre sus amigas que no se había casado aún. Ni novio tenía. Eso porque, a diferencia de sus amigas, Sandra quiso estudiar. No quiso contentarse con apenas terminar la secundaria, igual que sus amigas. Ellas tuvieron prisa de casarse y ahora solo trabajaban como amas de casa. Pero Sandra quería más que eso y terminó la facultad de Letras Inglés que le permitía la enseñanza del idioma en la única escuela del valle. Ahora que tenía empleo de profesora, empezaba a sentir falta de alguien con quien compartir sus éxitos y sus penas. No teniendo hermanos ni hermanas, con sus padres ya ancianos y algo enfermos, el futuro no se le pintaba muy fácil. Los jóvenes de su edad que constituían un partidazo ya estaban casados. Últimamente, Sandra había recibido dos propuestas, pero ninguna de las dos se presentaba muy agradable: un doble viudo que ya tenía sus sesenta y tres años, con varios hijos e hijas mayores que Sandra, que ya tenían sus propias familias y un pibe de su misma edad, al que llamaban el tonto del pueblo. Leonardo, el jardinero, a quien ninguna minita quiso. Él no sabía jugar al fútbol como los demás. Ni tenía la costumbre de meterse en peleas y por eso en la aldea creían que le faltaba valor. En cuanto al viejo viudo, del que todos decían que sus dos esposas habían acabado muriéndose de disgusto, ya estaba en busca de la tercera y quería a una joven para tener más hijos.
¿Qué hago? Se preguntaba Sandra. Dios mío, ¿qué hago? No quiero quedarme soltera de por vida. Ya mis parientes y mis amigas están diciendo que voy a convertirme en una de esas profesoras que se quedan para vestir santos. Finalmente, lo mejor que le vino de hacer a Sandra fue rezarle a Dios que por misericordia le concediera sabiduría y alumbrara su camino.
Llegó el día de las vísperas y Sandra se fue por el sendero con los demás, pensativa, con el corazón medio partido. Sin embargo, aún rezaba fervorosamente.
En la cabaña, un joven la invitó a bailar. Eduardo, el que por años había atraído las miradas de por lo menos la mitad de las minas del valle. Pero ahora estaba novio y la gente de la aldea era honesta. En el valle, no era costumbre de uno pedir un baile a otra que no fuera su novia. Sandra era muy honesta y también creyente en Dios, por lo tanto, no le haría daño nunca a nadie. Por decir la verdad, Eduardo ya estaba cansado de su novia porque solo era una simple campesina. Lo que para Sandra quedaba muy injusto: nadie lo había engañado sobre el status de la novia. Por lo tanto, rechazó la invitación. Pero el atrevido se puso a insistir hasta el cansancio, hasta que Leonardo intervino. -¿No entendés cuando se te dice que no? Limpiate los oídos.
La discusión se estaba convirtiendo en una pelea, pues Eduardo no carecía de descaro. Y esta vez, parecía que Leonardo no iba a desistir. La verdad es que él esquivaba las peleas frívolas: sin embargo, si los más débiles e indefensos necesitaban ser socorridos, no se echaba atrás y se hallaba dispuesto a enfrentar incluso a adversarios que aparentaban ser más fuertes que él. Pero tampoco hubo tiempo de seguir peleando, pues llegó un lobo frente a la entrada abierta de la cabaña. Cielo santo, nadie lo esperaba. Ese lobo que de vez en cuando se llevaba a una oveja o una gallina, espantando la aldea. Nadie en el pueblo había logrado atraparlo. Pero nunca, hasta entonces, se había acercado ese lobo a seres humanos. Eduardo corrió a esconderse atrás de una cortina. Sin embargo, Leonardo no se asustó. Después de decir a Sandra y a los demás de buscar abrigo, agarró el cayado del pastor de ovejas y una red que había en la cabaña y enfrentó al lobo hasta capturarlo. Todos se quedaron boquiabiertos. Al que solo hace rato se les consideraba el tonto del pueblo, resultaba el más valiente que todos. Y Sandra fue muy feliz al aceptarlo como novio y futuro esposo, sobre todo cuando supo que Leonardo compartía su fe. A los demás les quedaban las felicitaciones, que Eduardo y su novia les hicieron a regañadientes. Ella, tiempo atrás, había rechazado a Leonardo porque solo quería al bello e inconsecuente Eduardo. Muchas gracias, Dios mío, por mostrar y alumbrar mi camino a tomar. Muchas gracias por haber dirigido los pasos de Leonardo hacia mí, rezó Sandra, muy agradecida.

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Invito a participar a mi amiga @venturabogarin, a quien tengo mucho aprecio.

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