El tiempo es efímero. Para algunos es suficiente porque viven extensamente, pero para otros es muy corto ya que, no les alcanza para vivir como les hubiese gustado y, peligrosamente esto ha estado vinculado con apegos emocionales que no nos atrevemos a soltar.
Jamás será tarde para liberarnos de eso que nos está lastimando por ello, me complace unirme a esta dinámica que auspicia nuestra amiga @miyexi porque, sé lo liberador que es soltar aquello que no me ha dejado avanzar. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.
La vida de una persona suele transcurrir en medio de un mar de emociones donde experimentamos diversas sensaciones. Algunas de ellas son positivas, pero otras nos generan inestabilidad emocional y, cuando llegamos a este nivel, es imposible disfrutar la vida con algarabía.
Ahora bien, entre las emociones negativas que exploramos destaca el apego; bien sea hacia una persona, objeto, lugar o emoción por ello, algunos expertos califican a esta sensación como una de nuestras necesidades biológicas, ya que de manera consciente o inconsciente lo sentiremos en algún momento de la vida.
Saber que en el pasado tuve apego emocional me genera varios sentimientos encontrados porque, esa experiencia me llevó a desarrollar una dependencia que me hizo mucho daño, pero con el tiempo aprendí que al superarla aprendería la importancia que tiene reconocer que somos vulnerables y debemos cuidarnos mucho, ya que siempre seres nosotros los que más nos cuidaremos al igual que amaremos. Este apego al que tuve que liberarme fue despiadada y temible depresión.
En esa época para mí fue muy cómodo encerrarme en mis emociones negativas y en mi habitación. Literalmente, ser ermitaña era mi estilo de vida; sin embargo, esa zona de confort enfermiza que diseñé me estaba destruyendo el alma, además de que, alimentaba pensamientos inapropiados; siendo estos, sin duda alguna, una terrible jaula mental.
Decidir soltar estar deprimida no fue nada fácil y, siento que ha sido una de las decisiones más complicadas que he ejecutado, pero después de aceptar que era el momento indicado para dejar ir todos esos sentimientos negativos; noté que en mi interior había un renacimiento y, no les diré que fue rápido o no hubo dolor emocional porque sí sucedió. No obstante, en este momento comprendo que soltar también duele, ya que una sanación se origina de la aflicción y lo importante aquí es que me liberé de esa cárcel emocional en la que viví por muchos años.
Mi vida está dividida entre un antes y después de la depresión. No puedo regresar el tiempo para evitar agudizar más esa inestabilidad emocional que tuve, pero hoy día sí puedo reflexionar que el momento ideal para soltar siempre va a llegar; tal vez tarde o puede que no. Sin embargo, lo resaltante es que esa oportunidad nos llega y cuando suceda, debemos atrevernos porque el renacimiento es un camino hacia la libertad.
La vida jamás va a ser color de rosa y, seguramente más adelante, tendré que soltar otras cosas, pero con la lección que me obsequió liberarme de la depresión puedo comprender que, un gran acto de amor hacia nosotros mismos es deshacernos del apego porque este sentimiento negativo nos puede destruir.
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