Hace mucho tiempo que perdí el interés por predicar. Pero, ¿Qué es predicar? Básicamente me refiero a explicar a través de argumentos una postura, puede ser una ideología o creencia, incluso lo entiendo como enseñar con un tono de superioridad moral. Es hablar y tratar de convencer.
Predicar se trata de dar un sermón.
Recuerdo esto porque cuando mi tío estuvo de visita en mi casa, cada tanto su conversación iba en ese sentido, se detenía para hacer largas explicaciones del “deber ser”, y la forma como el entendía que son las cosas.
Mientras escuchaba pensaba dentro de mí ¿Por qué utiliza ese tono?, ¿Será que piensa que somos niños, o qué las cosas son así como él dice? Y luego sin querer me desconecté y perdí el hilo de su discurso, ya no lo estaba escuchando.
Una vez en un curso acerca de la comunicación, escuche que lo máximo que una persona puede escuchar por lo regular son 3 minutos, luego de eso su atención se dispersa, hay que hacer un gran esfuerzo por escuchar con atención, y más aún cuando ese discurso no es de nuestro interés.
Cuando pienso en esto me río porque pienso que hay personas que no conversan, sino que hacen monólogos, y mientras tanto en mi mente ya me he ido a otra parte…
Esto lo saben muy bien los expertos en mercadotecnia: La atención es muy valiosa, y más aun en estos tiempos de abundante información y sobre estimulación de nuestros cerebros.
En este sentido, dado a esta abundante proliferación de estímulos que saturan la atención, viene a cobrar un valor significativo el silencio.
¿Quiénes son los mejores conversadores? ¿Quiénes son las personas más interesantes? Pues aquellas que saben el valor del silencio. Aunque parezca mentira, esas personas son las que saben escuchar. Que cuando emiten palabras es porque van a hacer una diferencia.
No es quien haga el mejor discurso el que llame mi atención, ni el que busca convencer, no necesariamente, sino aquel que sabe compenetrarse con su audiencia… El valor no está en lo sabio del discurso, sino en la conexión que puede lograr.
Por eso no me gusta predicar… Me parece que es una especie de atropello dar discursos sobre mis ideas, cuando ni siquiera conozco el contexto del otro, su entorno, sus valores, sus referencias. Porque, ahora que lo pienso, para mí lo más importante es: Conectar.
¿Qué me gusta en la comunicación? Escuchar, para poder conocer el contexto del otro y el terreno en el que me voy a mover.
Por eso me gusta la expresión de sentimientos y emociones. Puede ser que pensemos distintos e incluso tengamos diferentes creencias, pero todos tenemos las mismas emociones, todos sentimos alegrías, tristezas, temores…
Me encantaría algún día alcanzar esa libertad creadora del artista que entona una canción y logra conmover el corazón del que escucha, aunque no se comprendan sus palabras…
Las foto es de mi autoría.