Hola a todos.
Esta es la vigésimo tercera entrega de Huida.
Días después del reencuentro, Kevin tuvo que volver a la universidad. Una vez más, se juraron apegarse a conductas que los mantuviesen a salvo hasta verse otra vez. En esta ocasión el hecho de tener que separarse no les dolió tanto. Esto no fue porque se hubiesen acostumbrado a la distancia sino porque la estadía de Lucien en Inglaterra les hacía sentir menos separados y porque sentían que las posibilidades de seguir juntos eran más grandes.
La villa donde vivían los Goodwin contaba con un par de escuelas: una era de educación básica y la otra de secundaria. Lucien sabía que la academia no era su fuerte. Él deseaba poder defenderse en el nuevo idioma y poder llamar por su nombre a las herramientas de reparación y construcción que le ayudarían a ser de utilidad en ese nuevo país.
El recién llegado sentía un poco de vergüenza frente a los niños con los que iba a compartir. Antes de irse, Kevin le explicó a la maestra que aunque Lucien sabía unas cosas básicas, que lo mejor sería que empezara desde cero. La mujer captó las indicaciones y atendió a todos sus alumnos.
Con el paso de los días, la mente de Lucien tuvo que abrir espacio para usar correctamente la nueva gramática y no confundirse con los cognados falsos y los reales. Practicando todos los días y dejando la pena de lado, alcanzó una buena fluidez.
Lucien empezó a tratar con los nativos, aprenderse los nombres de aquellos con los que socializaba con más frecuencia y también consiguió un trabajo aunque, cuando hablaba con alguien por primera vez, su interlocutor se detenía a escucharlo con atención debido a su acento. Tras haberse habituado a él, continuaban con la conversación. Cuando alguien le preguntaba por sus orígenes Lucien se limitaba a decir el nombre alguna aldea ficticia dentro de los límites de la nueva nación a la vez que agregaba que su madre le enseñó la lengua de sus ancestros y que de ahí venía la confusión ocasional que tenía con ciertas palabras.
Lucien empezó a defenderse en el nuevo idioma, hacía mandados e iniciaba actividades por su cuenta. Esperaba poder comunicarse mejor con Kevin en su propia lengua.
Hasta entonces, el aspirante a arquitecto era el que tenía la iniciativa acerca de qué hacer y cuándo hacerlo. La ansiedad de poder pasar tiempo en su compañía y aprovecharlo lo más que pudieran era lo que dictaba sus actos y sus pensamientos.
Por primera vez en mucho tiempo tuvo la idea de imponer sus gustos o de aportar algo a las actividades juntos. El temor de no estar de acuerdo en algo y discutir y que esto infringiera una herida en la relación le hacía morderse la lengua y aceptar lo que su amante le sugiriera.
Una noche, tras cenar y dar por concluido el día, a solas en la oscuridad del cuarto que los Goodwin le proporcionaron, Lucien cayó en cuenta de una cosa: ya no estaba en su casa. La villa, como la conocía, ya no existía. Los nuevos dueños probablemente se desharían de los cadáveres del cementerio, incluyendo los de sus padres y otros parientes. Quizá los incineren, quizá llamen a algunos de los viejos habitantes para ver si quieren reclamarlos o los entreguen a alguna facultad de medicina. Otro destino igual de probable sería que algún dueño de un circo de fenómenos los comprara e hiciera creaturas híbridas e inexistentes para vender más entradas.
Su mente también le hizo acordarse de Morgane y Alain quienes pasarían por el lugar y, al no ver nada familiar, harían preguntas o darían media vuelta y se irían sin conseguir lo que habrían ido a buscar.
La historia, desde el principio, está aquí en estos enlaces:
Huida
Huida: académico solitario
Huida: literatura
Huida: luto
Huida: pistas
Huida: búsqueda
Huida: Monsoon
Huida: cartas
Huida: el faro
Huida: pensamiento
Huida: interrupción
Huida: amenaza
Huida: mudanza
Huida: Morgane
Huida: facultad
Huida: partida
Huida: Aidan Mencken
Huida: término perdido
Huida: fin de semestre
Huida: privacidad
Huida: calendario
Huida: verdad
Huida: posesión
Huida: mudanza