Quienes somos padres o madres sabemos muy bien que toda la vida estaremos atentos a nuestros hijos, sin importar la edad que tengan; desde que llegan a este mundo hasta que son hombres y mujeres con sus propias familias y sus caminos trazados, nos preocuparemos por ellos y haremos lo que se encuentre a nuestro alcance con tal de que sean felices. Es por ello que la carta que desearía reescribir es la de mi hijo, Rubén Darío. Él todavía está aquí, con nosotros, aunque más de una vez ha considerado, tal como lo hizo su hermana, emigrar hacia otro país.
No es cualquier cosa lo que pediría por mi hijo; y si yo tuviera dinero, hace tiempo que le hubiese dado ese regalo. Cabe destacar que, como buen heredero de los apellidos que le tocó, él jamás se ha quejado demasiado ni manifiesta desesperación alguna ante tal carencia, pero como padres sabemos que su existencia cambiaría totalmente en cuanto pueda acceder a ese grandioso obsequio… En esa carta para el Niño Jesús, a nombre de Rubén Darío, le pediría entonces una casa con todas las comodidades. Hace ya más de un año que se consiguió una pareja que, después de lo que hemos visto en todo ese tiempo, parece ser la definitiva. Es una buena mujer que lo condujo a enseriarse con el trabajo y con la vida en general, por lo tanto, tienen merecido un hogar propio donde puedan conformar una familia.
De la misma forma en que nos sentimos todos en el momento en que vemos cumplido el sueño de tener una casa propia: felices, orgullosos de saber que contamos con unas paredes y un techo, de un espacio que podremos mejorar o modificar de acuerdo con nuestras prioridades y nuestros gustos. Tal como se lo hemos recalcado siempre, cuando somos propietarios de un inmueble que nos sirve de hogar, todo lo que viene después es ganancia, ya que ese logro nos proporciona seguridad y nos incentiva las ganas para continuar buscando estar mejores cada día. Me imagino, por otra parte, la efusividad en su emotivo agradecimiento si ese regalo se materializa a través de una ferviente petición de nuestra parte.
Como ya señalé anteriormente, ya nuestro hijo tiene algún tiempo con esa pareja y se evidencia que quiere comenzar una vida alejado del sitio donde creció, sentir que es totalmente independiente, capaz de formalizar una familia y de hacerse cargo de las obligaciones que eso implica. Él sabe, por supuesto, que no existe ningún problema en que se encuentre en casa de sus padres con la mujer que escogió para vivir; pero sus ganas de obtener todos esos bienes que señalan que estamos abriéndonos pasos por los caminos de la existencia, le inducen como es lógico a soñar con las metas que anhela alcanzar.
Invito a los amigos:
@almacaridad y
@carlosjosemen
Nota: Todas las imágenes que no están referenciadas con su fuente pertenecen al autor y fueron tomadas con la cámara del teléfono móvil, modelo: Samsung SM-A135M.