Nunca he realizado una lista de peticiones o deseos en estos últimos días del mes de diciembre con la intención de que se cumplan durante el transcurso del próximo año, pero cuando reflexiono sobre lo que aspiro para ese futuro inmediato tengo la impresión de que es algo que he llevado a cabo muchas veces. Debe ser porque casi todos esos anhelos se repiten en mi mente casi siempre, porque son sueños que ya se están haciendo viejos y, sin embargo, mantienen intactas sus esperanzas.
Lo primero es que nuestros nietos regresen a esta tierra donde nacieron. Se marcharon, junto a sus padres, cuando todavía eran unos niños pequeños y a lo largo de estos prolongados seis años los hemos visto crecer inexorablemente, sin estar al lado de ellos para jugar, para abrazarlos y para continuar siendo cómplices de todas las cosas que planeábamos con el único propósito de divertirnos. Estamos conscientes de que ya, probablemente, se acostumbraron a otro modo de vivir, a otra cultura, pero de todas maneras queremos disfrutar de su cercanía, de la ternura de sus gestos y sus voces sin que la distancia se interponga.
Otra de mis persistentes peticiones es que volvamos a contar con los salarios dignos y justos que hace algún tiempo atrás teníamos. Queremos regresar a aquella época en que ganábamos lo suficiente para cubrir nuestras necesidades básicas y nos alcanzaba el dinero, además, para viajar, comprarnos sin ningún problema los electrodomésticos que necesitábamos en el hogar, hacerles buenos obsequios a las personas que más apreciamos y, sobre todo, para vivir sin la constante preocupación de que los recursos económicos apenas nos alcanzan para sobrevivir. El dinero no proporciona la felicidad, pero nos confiere seguridad y tranquilidad para solventar nuestros grandes y pequeños problemas.
Quiero comprar un carro nuevo, sin que sea necesario vender el que ahora tengo; a este viejo automóvil aspiro a repararlo, a hacerle todo lo que sea necesario para también tenerlo a mi disposición cuando lo necesite. No se trata de que sienta nostalgia por desprenderme de ese vehículo, sino que en todo este tiempo ha demostrado su calidad. Son muy pocas las veces que se ha accidentado y en los momentos en que ha requerido el cambio de alguna pieza es porque, debido al inevitable desgaste por su uso, exigía un reemplazo obligatorio. Con dos vehículos en excelentes condiciones, al igual que antes lo hacía, junto con toda la familia, podríamos salir de paseo o de viaje en cualquier momento que nos provoque.
Por último, para no hacer muy extensa esta lista, anhelo que todos nos mantengamos siempre con muy buena salud. En las diferentes ocasiones en que en el transcurso de este año nos hemos enfermado, nos vimos en grandes aprietos, debido a que ahora no contamos con el formidable instituto de previsión social que teníamos los docentes universitarios. Con nuestro ya disminuido salario debimos enfrentar los gastos de las consultas médicas y de los remedios indicados para la sanación. Cada vez que debíamos solventar contingencias de salud, nuestro presupuesto sufría un significativo descalabro y había que ingeniárselas para salir adelante.
Si observamos en conjunto todas estas peticiones y, quizás, muchas otras que no fue posible incluirlas en este espacio, caeremos en cuenta de que todo pasa porque la situación del país mejore, porque nuestra tierra se enrumbe por el sendero del progreso, sin las mezquindades que surgen desde las más altas cumbres de un poder que solo se preocupa por mantener su hegemonía.
Invito a los amigos:
@genomil,
@almacaridad y
@jenniferm
Nota: La primera imagen fue enviada por medio de Whasapp, desde Argentina. Las dos siguientes fueron tomadas con la cámara del teléfono móvil, modelo: Samsung SM-A135M.